Antecedentes Históricos

Los antropólogos denominan como “mitos de origen” aquellos hechos cuya verificación son imprecisos de datar, por lo que las gentes para salvar estas lagunas acuden a la expresión de que “han existido desde siempre”

Esto es lo que ocurre con el origen de los redobles, donde el tambor ha sido un instrumento muy común en la cultura agraria: cuerda, latón, madera y piel. Cualquier habilidoso podría fabricar una caja de percusión. Es curioso que los primeros vestigios tuvieron un cariz militar, con desfiles y acompañamientos funerarios que el pueblo enseguida lo asimiló.

En 1643, siendo Vicario, el calandino mosén José Herrero de Tejada crea bajo sus auspicios una guardia romana a la que dotó de una pequeña banda de tambores. Esta formación, cuya principal misión fue velar el Monumento y desfilar en la procesión del Santo Entierro, contaba con la figura del tamborilero que con su lúgubre y monótono redoble formó la onomatopeya con que el pueblo identificó a esta guardia, de ahí el nombre de pu-tun-tun.

En el siglo XVII y XVIII se instalan las Ordenes mendicantes que anuncian sus llegas al compás del sonido del tambor. El 22 de septiembre de 1682 los carmelitas descalzos comienzan a construir el monasterio del Desierto y en 1750 los franciscanos habitan el monasterio de San Antonio de Padua. De los franciscanos se adoptó el tercerol, prenda que cubre la cabeza del tamborilero y cae rizada por la espalda, de obligatorio uso en las procesiones.

Tanto unos como otros frailes tienen una enorme significación en todas las celebraciones de Semana Santa. Es la época en que la Iglesia, por el luto impuesto y sin poder tocar las campanas, convoca a los fieles bajo el toque de tambor, de matracas y carraclas.

Según describe Luis Buñuel en sus memorias “Mi último suspiro” el origen de los tambores hay que situarlo a finales del siglo XVIII.

A finales del siglo XIX el Concejo Municipal autoriza a las cuadrillas de tamborileros a redoblar en la noche de Viernes Santo. Es en 1940 cuando estas incorporan el bombo como acompañamiento del redoble de tambores.

Calanda es miembro de la Ruta del Tambor y el Bombo, siendo uno de los municipios fundadores de la misma.